viernes, 3 de agosto de 2007

EL LUGAR DE LA PROBLEMATICA HABITACIONAL EN LA AGENDA POLÍTICA

En la noche del 9 de mayo se perdió una inusual oportunidad. En el canal de cable TN, en el programa "A dos voces", los principales candidatos a vicejefe de gobierno se permitieron debatir entre otros puntos sobre la problemática habitacional de la Ciudad. Normalmente el tema habitacional no tiene lugar en las agendas electorales, de allí mi particular expectativa. Desgraciadamente, después del debate sólo cabe confirmar que efectivamente el tema habitacional sigue tan ausente como siempre del interés y conocimiento de los principales referentes políticos del distrito. Lo que prometía ser un rico intercambio de opiniones, ideas y visiones muy pronto se convirtió en una parodia en la cual los protagonistas improvisaban sin pudores, demostrando en todos los casos desconocimiento del problema y de su historia más o menos reciente. Me resultó chocante escuchar a Olivera reivindicando su gestión, que terminó en 2000, y al mismo tiempo afirmando que la actual gestión del IVC es mejor. De hecho dijo que es la mejor de la historia de la política habitacional de la Ciudad. Dos observaciones que no hicieron los otros candidatos: 1) la gestión de Olivera terminó en 2000, es decir, antes del estallido de 2001 y no se diferenció demasiado de las anteriores. Sus resultados fueron, como él mismo elípticamente lo admitió, paupérrimos, sobre todo teniendo en cuenta la magnitud del problema habitacional que por esos años indudablemente ya se había gestado. 2) la gestión del Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC) durante el gobierno de Telerman, altamente ponderada por Olivera, es absolutamente tributaria de la gestión anterior. Cualquier investigación periodística más o menos seria podría comprobar que todas las operatorias actualmente vigentes en el IVC, sin excepción, tuvieron su origen durante la gestión Ibarra. Más aun, todas las obras que se terminaron durante la gestión de Telerman, todas las que se iniciaron y todas las que estaban y aun están en ejecución, tuvieron su principio material o administrativo durante ese período. El (negado, ocultado) éxito de la gestión anterior tiene una explicación: desde sus inicios a fines de 2003, junto con la creación del IVC y el reemplazo de la perimida Comisión Municipal de la Vivienda, la dirigencia política de la Ciudad se permitió concebir a la política de vivienda, al menos embrionariamente como cuestión de Estado. Consecuentemente se convocó a dirigir al nuevo organismo a profesionales de indudable capacidad técnica. El oficialismo designó como presidente al Ing. Selzer, un cuadro técnico de indiscutida solvencia, sin afiliación política; el macrismo aportó al Arq. Daniel Chain, referente de la fundación Creer y Crecer, fuertemente vinculada con Compromiso Para el Cambio. Fue durante este período cuando se gestaron la totalidad de las operatorias actualmente vigentes en el IVC. La designación de Chain fue consecuencia del acuerdo entre el entonces Jefe de Gobierno, Ibarra y la presidente del bloque CPC, Gabriela Michetti.
Sin embargo, durante el debate Michetti tuvo una actitud hipercrítica tanto hacia aquella gestión del IVC como hacia la actual, en la que curiosamente el macrismo también tiene un representante en el Directorio. Incomprensible pero no tanto. Se explica porque lo que en un principio fue el fiel reflejo del consenso de las fuerzas mayoritarias en torno a esta temática, hoy se ha reducido a una simple repartija de cargos. Un negocio político más. Michetti debería dejar de mirar para el costado ...
Por su parte, el bueno de Heller dice que si gana va a construir 10.000 viviendas y a otorgar 10.000 créditos a través del Banco Ciudad. Esto tiene algunos problemas. En primer término Heller no nos dice dónde van a construir estas viviendas. Sabido es que no hay casi tierras disponibles en la Ciudad y las que hay o bien resultan económicamente inaccesibles para la población que requiere ayuda estatal para el acceso a su vivienda, o en otros casos, la mera perspectiva de la construcción más o menos masiva genera el espontáneo y hasta ahora triunfante rechazo de los vecinos preexistentes. El segundo problema es el dinero: La generación de 20.000 soluciones habitacionales por año, sea mediante construcción o a través de créditos para la compra, suponiendo que el precio promedio de cada vivienda fuera de cien mil pesos, representa un presupuesto de dos mil millones de pesos anuales para destinar a vivienda. Eso es equivalente a incrementar aproximadamente un 600% el presupuesto asignado para este año al IVC. No parece cumplible una promesa de este calibre.
La solución del problema habitacional de la Ciudad no se resuelve con declamaciones estentóreas sino con estrategias y políticas que hasta la fecha no han sido reveladas por ninguno de los candidatos. Deberían los candidatos retomar la idea según la cual la política de vivienda es o debe ser política de Estado, sustrayéndola de los avatares electorales. La dirigencia de la Ciudad debería reflexionar acerca de algunos temas de indudable centralidad, como ser la generación y apropiación de suelo urbano, las causas reales, no paranoicas, de las tomas de tierras en la ciudad, la necesidad de implementar mecanismos de participación real en todos los ámbitos territoriales para consensuar una visión que legitime el nuevo código de planeamiento urbano, la implementación de una política de contingencia, con criterios unificados, para atender la emergencia habitacional, etc.
Deberían los candidatos postergar para un momento acaso más luminoso las chicanas y la retórica vacía de contenido, y en todo caso aprovechar las coyunturas electorales para instalar un debate del que la sociedad, hasta ahora ha permanecido casi ausente.
Claudio G. Hoistacher

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