viernes, 3 de agosto de 2007

RESPUESTA OBVIA A ALGUNAS GENERALIZACIONES

La historia debiera habernos enseñado lo peligroso que es ignorar la existencia y contenidos de la Constitución. El artículo 31 de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires garantiza el derecho a la vivienda digna a todos los ciudadanos sin distinguir su origen, su nacionalidad o su ocupación. El Estado está obligado, además, a efectivizar progresivamente ese derecho a la vivienda digna. Tampoco hace distinción nuestra Constitución respecto al derecho efectivo a la salud del que gozan todos los habitantes de nuestra Ciudad, aun los más pobres, sean argentinos o extranjeros. Más peligroso aún es prejuzgar, suponer, generalizar, proponer sin fundamentos ni conocimiento cabal de los hechos. Los censos existen; se sabe exactamente cuántas familias viven en la villa31, desde cuándo y en qué condiciones. Lo mismo que en las demás villas de esta Ciudad. Parece obvio, pero es en mi opinión importante recalcar que NADIE vive por elección en las lamentables condiciones en las que se vive en cualquier villa, en cualquier enclave de miseria de Argentina. Los porteños no somos ni estúpidos ni paranoicos, y por eso no negamos la existencia de episodios delictivos, tanto como en el resto de la ciudad y del país. En la Argentina no existen ni la Rocinha ni el Comando Vermelho. Por lo demás, parece cuanto menos sugestivo que el interés de algunos se concentre en la villa 31 y en el asentamiento de Costanera Sur. Digo esto por el presunto valor inmobiliario de las tierras de la villa 31 y porque las tierras de la Costanera Sur ocupadas desde hace más de 20 años por el asentamiento pertenecen a IRSA y es donde se proyecta radicar parte del Barrio Santa María, un magnífico megaemprendimiento inmobiliario. Detrás de ciertas valoraciones sin fundamento, lo que hay es una repetición mecánica de un discurso discriminatorio que efectivamente, tiene el color del fascismo y es además claramente funcional a la apropiación de la renta de las mejores tierras de la Ciudad por parte de los sectores económicamente más poderosos de nuestro país. A nadie, salvo a un imbécil se le puede ocurrir que los problemas estructurales como el que pone de manifiesto la villa 31 se resuelven con políticas discriminatorias, demagógicas y autoritarias, ni tampoco aplicando recetas neoliberales. La historia reciente lo ha demostrado.
Claudio G. Hoistacher

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